sábado, 19 de diciembre de 2009

NOCHE ETERNA


Los nacientes rayos del amanecer desgarran la noche,
como dagas plateadas traspasan nuestros cuerpos,
apenas protegidos por la levedad de unas sábanas,
donde aún perdura la humedad de nuestro amor hecho rocío.

No me prives de las cadenas de tus brazos, mi caballero,
accede que me funda sobre tu pecho como si fuéramos uno.
Deja tu mirada buena reposar en el mar bravío de mis ojos,
que tu boca alimente mis labios con un beso largo y ardoroso.

Sentí el frío del temor correr por mi sangre hasta helarla,
escuché detrás de la puerta que protege nuestro cuarto,
el murmullo inquieto de los fantasmas del pasado,
ideando un cruel ataque sobre mi ilusión y mi confianza.

Álzate, mi guerrero, y que sea tu amor el mágico escudo,
que me proteja de la soledad que me rodea y lastima,
que tus dedos al acariciarme sanen las heridas,
que la muerte con su frialdad en el corazón me ha dejado.

Concibamos una noche eterna para que el afecto perdure,
que nada ni nadie impida estas horas de serenidad y gozo.
Extingue con tus besos mis ardientes lágrimas, y que la pasión
nos agote hasta que olvidemos que llegó la mañana.

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