martes, 22 de junio de 2010

DULCE SOFÍA

                                                                         
Suave y perfumada como el aire en Primavera,
con su cabello rizado alrededor de su cara,
una dulce sonrisa apenas en sus labios trazada,
bendiciendo nuestros días esta dulce Sofía.


En sus manos atesora un infinito de caricias,
que deposita sin medidas sobre sus hijas- muñecas.
En el cofre de su pequeña boca duermen sus besos,
mientras sus palabras se esparcen con encanto.


Cuando la tristeza sombrea sus ojitos buenos,
corre a abrigarse en la magia de su cielo de princesas.
Su corazón pequeño y valiente alumbra con su luz,
la travesía desconocida que transitan sus hermanos.


Niña mansa y hermosa que tenemos que cuidar,
dando a sus instantes deseos de amor y alegría.
Protegerla de las piedras y las lágrimas de la vida,
dejando con libertad sus sueños haga realidad.

jueves, 17 de junio de 2010

ANHELO


Desee ser tu sombra perfumada de amor y primavera,
desnude mi cuerpo como una rosa apasionada sobre el tuyo,
vigilando que mis espinas no desgarraran tu alma,
en el instante en que mis manos te daban sus caricias.


Aquiete mis palabras encendidas, y me cubrí de desierto,
mientras bebía con premura del torrente de tus besos.
Fui tu voz amiga, nunca abandoné el lugar que me diste,
aún cuando extravíe el manso abrigo de tus ojos.


Guardé el secreto de mi amor bajo siete llaves.
No permití que la lluvia de mis ojos nublara tu cielo manso.
Ni rogué ser amada o la ofrenda de tus días,
en la soledad del corazón escondí mis emociones.


Hombre distante, en una tarde de lluvia suave,
dibuja para mi un recuerdo, y cobíjame en tu costado.
Que sea tu pulso la suave melodía que sosiegue,
las tempestades que golpean mi interior enamorado.

martes, 15 de junio de 2010

LA PLAZA



Como dos náufragos acunando sueños furtivos,
en la antigua plaza regada por sol de Enero,
con los ojos trazando miradas eternas,
y con los susurros de los que revelan quimeras.


Mi alma vertía versos que a tu espíritu agasajaban,
mientras tus dedos hacían magia sobre tu guitarra,
deshojando como suaves pétalos las añejas baladas,
que alegraban nuestras horas alejadas de la rutina.


Una tarde, antes que la primera estrella brillará,
te declaré mi amor, a pesar de mis dudas y temores.
Tus ojos radiantes me abrigaron y sin hablar,
pediste me quedará a tu lado para siempre.


Mi llanto se unió a la lluvia que caía lánguidamente,
la congoja nos pinto las bocas de un gris amargo.
Nuestras manos se unieron en una caricia,
el mundo quedó lejos de nosotros al llegar el ocaso.