No digas nada y envuelve con tus cálidos brazos,
el perímetro de mi cuerpo hasta unirlo al tuyo.
Dejaré reposar mi cabeza sobre tu pecho generoso,
consintiendo seas testigo de mi aflicción.
Me fatiga transitar mis días inquieta y abatida,
buscando el origen de todo lo que pasa,
y encontrando solo vagas respuestas,
que no aplacan las tormentas de mi alma.
Me derrumbo ante el peso de las tediosas horas,
que transcurren sin que el aroma del amor,
perfume mi tiempo y sin que revivan mis ganas,
tan mitigadas desde que extravié su guía.
No me recites un poema de amor robado,
solo te pido el consuelo de tu abrazo bueno,
y me permitas por un instante rasgar en pedazos,
la armadura que envuelve mi frágil piel de mujer.
Abrázame, te lo suplico, y por un momento devuélveme,
la dulce ilusión que el amor producirá el milagro,
del retorno del afecto y la alegría en mi vida,
que harán brotar mis sueños como rosas en primavera.
el perímetro de mi cuerpo hasta unirlo al tuyo.
Dejaré reposar mi cabeza sobre tu pecho generoso,
consintiendo seas testigo de mi aflicción.
Me fatiga transitar mis días inquieta y abatida,
buscando el origen de todo lo que pasa,
y encontrando solo vagas respuestas,
que no aplacan las tormentas de mi alma.
Me derrumbo ante el peso de las tediosas horas,
que transcurren sin que el aroma del amor,
perfume mi tiempo y sin que revivan mis ganas,
tan mitigadas desde que extravié su guía.
No me recites un poema de amor robado,
solo te pido el consuelo de tu abrazo bueno,
y me permitas por un instante rasgar en pedazos,
la armadura que envuelve mi frágil piel de mujer.
Abrázame, te lo suplico, y por un momento devuélveme,
la dulce ilusión que el amor producirá el milagro,
del retorno del afecto y la alegría en mi vida,
que harán brotar mis sueños como rosas en primavera.