martes, 15 de junio de 2010

LA PLAZA



Como dos náufragos acunando sueños furtivos,
en la antigua plaza regada por sol de Enero,
con los ojos trazando miradas eternas,
y con los susurros de los que revelan quimeras.


Mi alma vertía versos que a tu espíritu agasajaban,
mientras tus dedos hacían magia sobre tu guitarra,
deshojando como suaves pétalos las añejas baladas,
que alegraban nuestras horas alejadas de la rutina.


Una tarde, antes que la primera estrella brillará,
te declaré mi amor, a pesar de mis dudas y temores.
Tus ojos radiantes me abrigaron y sin hablar,
pediste me quedará a tu lado para siempre.


Mi llanto se unió a la lluvia que caía lánguidamente,
la congoja nos pinto las bocas de un gris amargo.
Nuestras manos se unieron en una caricia,
el mundo quedó lejos de nosotros al llegar el ocaso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario