miércoles, 21 de octubre de 2009

EL INMORTAL


PARA ARTURO


La frágil mortal susurra entre sueños juramentos de amor,
mientras las tenues sábanas apenas abrigan su cuerpo desnudo.
Aún persisten sobre su piel los signos de la pasión que dejaron,
las manos tibias de ese extraño peregrino de palabras breves.

Se había extraviado en la hermética mirada oscura,
que escondía el infierno de antiguas heridas sin sanar aún,
y creyó, la pobre mortal enamorada, hallar en esos ojos,
las promesas que su corazón anhelaba escuchar.

Nada expresaba mientras ella le concedía sus sueños,
solo bebía con afán el néctar de esa boca fresca.
Junto a esos besos la despojaba del alma, dulce maná divino,
generoso alimento que le permitía conservar su infinitud.

El inmortal la miraba dormir con ojos plenos de compasión,
tratando en vano labrar en su memoria ese rostro adormecido,
para que su presencia lo escoltara en su camino de regreso,
pero sabía que todo sería inútil, porque jamás sería eterna.

Pronto se iría, dejándola a la deriva con su corazón roto,
sabía que, tal vez, maldijera haberlo conocido.
Pero no podía detenerse de su búsqueda sin fatigas,
de ese hechizo que le devolviera sus emociones perdidas.

La mortal lo llamó entre sueños y su deseo volvió a despertar,
quizás era tiempo de probar de nuevo del río de su sexo.
La soledad y la tristeza que guardan el camino del inmortal,
se sentaron sigilosas en la vereda a esperar su regreso.





2 comentarios:

  1. La natural sensualidad de siempre, el dolor y el amor de la mano en un recuerdo imborrable...un verdadero OVEJERO
    Felicidades

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  2. què se puede agregar a un comentario como el anterior

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