miércoles, 19 de mayo de 2010

EL BESO


Suave y ardiente tu respiración acaricia mi rostro,
anhelante alzó mis ojos hasta extraviarlos en tu mirada.
Y cuando esbozo en mis labios una sugerente sonrisa,
de tu boca se desbanda vertiginoso un beso.


Un dulce fruto que al probarlo me despoja del alma,
convirtiendo a mi cuerpo en condenado a perpetúa,
en la prisión inmortal donde convivo con mis deseos,
y donde mi espíritu se torna en tu tenaz perseguidor.


Es mi boca una húmeda caverna colmada de almibar,
cuando tu lengua exigente y sin pausas la invade,
aligerando en mis venas el pulso de mi sangre ,
hasta dejarme casi etérea y sin aliento.


Mi abrazo se vuelve implacable al suplicar que no rompas,
el asombroso sortilegio de sentirte dentro mío,
que tu piel encendida es mi piel estremecida,
y es mi corazón el que esta latiendo en tu pecho.

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